sábado, 31 de mayo de 2014

Primer viaje a Alpes



Parc National des Écrins.


Realizado los días 24-25-26 de Mayo de 2014.

Estos días iban a ser de lo más tranquilo, pues tenía unos compromisos que atender, y mis compañeros en teoría iban a Pirineos a intentar hacer la Norte del Perdido, pero la meteorología para ese fin de semana en Pirineos no es buena, y no tiene la pinta de que mejore. Entonces Ernest propone de ir a Alpes, la meteorología es algo mejor, a Vane y Nuria les hace la idea y me comentan de irme con ellos, y ni corto ni perezoso no me lo pienso mucho, y me enfrasco en la aventura de hacer un viaje relámpago a Alpes, lugar al que nunca había visitado y tenía unas ganas inmensas de estrenarme en estos lugares.


El lugar elegido es el Macizo des Écrins en los Alpes Delfinados, formando éste el Parc National des Écrins, e intentar subir el techo de éste, la Barre des Écrins 4.102metros y sus dos cimas vecinas: el Pic Lory 4.088metros, considerada la antecima de la Barre (no incluida en la lista de los 4.000 principales, pero si como secundaria) y la Dôme de Neig des Écrins 4.015metros. Casualmente este año se conmemora el 150 aniversario de la primera ascensión a la Barre des Écrins, que se realizó el 25 de junio 1864, por los alpinistas Ingleses, A.W.Moore, Horace Walker y Edward Whymper y los guías Michael Croz (Francés) y Christian Almer (Suizo).


Salimos de Barcelona la madrugada del viernes al sábado muy temprano. A las 2:30 am., tenemos todas las mochilas cargadas en el coche y preparados para salir hacia los Alpes, por delante nos quedan casi 750km. y 8 horas de viaje. Nos dirigimos a la población de Pelvoux, llegados a ésta la pasamos de largo y seguimos hasta el pequeño pueblo de Ailefroide, que también hay que pasar hasta llegar al final del valle, hasta que acaba la carretera y encontramos la zona donde dejaremos el vehículo. En el aparcamiento nos acabamos de preparar, al poco rato nos ponemos en marcha.


Nos lo tomamos con calma, ya que tenemos unas cuantas horas de camino y unos cuantos metros de desnivel. Desde el coche se ve la cabecera del Glacier Blanc y a unos centenares de metros tenemos el Refuge Cezanne (1.874metros). Nos dirigimos hacia el NO como si fuéramos a adentrarnos al Glacier Noir, pero cambiamos el rumbo hacia el N, subiendo por un serpenteante camino que te lleva hacia el Refuge du Glacier Blanc. Disfrutamos de las vistas que tenemos hacia la morrena del Glacier Noir, como el Monte Pelvoux y al lado de éste, podemos contemplar el Glacier des Violettes ou Veyro, que parece que en un momento u otro se va a desprender de la roca. Continuamos nuestro camino hacia el Refuge du Glacier Blanc (2.542m.) donde aprovechamos a comer e hidratarnos un poco. Después de un merecido descansillo, nos ponemos otra vez en marcha para ir poco a poco adentrándonos en el Glacier Blanc. Justo donde empieza el glaciar nos paramos a colocarnos los crampones y decidimos si ir encordados o no. La decisión es que iremos cada uno a su ritmo pero intentando de dejar espacios entre nosotros. Subimos por la parte derecha del glaciar, siguiendo la huella que han dejado los esquiadores, que también suben hacia el Refuge des Écrins. Ascendemos por el glaciar mientras el primero de los 4.000’ la Dôme de Neig des Écrins se asoma ante nuestros ojos, es una cima cubierta de nieve y hielo. Seguimos caminado y a la izquierda de la Dôme aparece la Brèche Lory, el principio de la arista por la que queremos subir, el Pic Lory y finalmente se muestra la Barre des Écrins. La vista me deja impresionado, mi primera visita a Alpes está siendo espectacular. Llegamos al Refuge des Écrins (3.170m.) justo en el momento en el que empezaban a servir la cena, avisamos que acabamos de llegar y mientas nos estamos cambiando, el guarda amablemente nos insiste en que nos sentemos a cenar, pues hay un par de alpinistas que les toca compartir la cena con nosotros, y que ya acabaremos después. La cena está bastante bien, se compone de: primero una sopa de verduras trituradas, de segundo arroz con pollo y manzana al curri, de postre un yogurt buenísimo y un trozo de queso. El guarda nos propone desayunar a las 5:00 am., nos parece un poco tarde, y hablamos entre nosotros de que hacer y decidimos que aprovecharemos que unos italianos desayunaran a las 4:30am., para intentar desayunar nosotros también. Una noche donde duermo espectacularmente bien, incluso hay momentos en los que creo que paso calor.


Las 4:00 de la mañana, suena el despertador y toca levantarse para ponerse las pilas y salir lo antes posible. En la habitación dejamos lo que no vamos a utilizar en la ascensión y bajamos a desayunar. El desayuno es self-service, yo tomo zumo de naranja, café con leche, tostadas con mantequilla y mermelada, y algo de bollería. Al final entre una cosa y otra casi salimos los últimos del refugio. Son casi las 6:00am cuando nos ponemos en marcha hacia nuestro objetivo, yo tengo asumido y creo que mis compañeros también, que la Barre des Écrins no la subiremos, la meteorología no es muy buena, y se volverá peor a partir de las 12:00 (según el guarda). Pero intentaremos por todos los medios subir al Dôme y al menos sobrepasar la barrera de los 4.000 metros. El día anterior ya nos dimos cuenta que la nieve estaba blanda, que te hundías bastante en cada pisada y esperábamos que el día de cumbre estuviera un poco más dura, la mala suerte nos acompaña pues la nieve durante la noche no se endurecido lo suficiente y con el paso del día se irá ablandando aun más. Seguimos la trazada de los esquís, para no hundirnos tanto. La visión de los esquiadores empezando a subir al lado de los seracs, es impresionante, parecen hormigas. Llegamos a la base de la pared en poco más de una hora. Decidimos salirnos de la traza de los esquís y subir por una zona donde ha habido una avalancha de seracs, donde la nieve está más compacta y dura, aquí no te hundes y la progresión es más fácil. Mientras subimos por este tramo, corremos el peligro de que puedan caer bloques de hielo y no son precisamente pequeños, por horario no les toca, pero nunca se sabe lo que puede ocurrir en la montaña. Salimos de la zona de seracs y nuestro avance se ve frenado por culpa de la nieve, nos hundimos con cada pisada. Vamos haciendo relevos para ir abriendo huella, pero es duro tener que abrir y estar hundiéndote por la rodilla, incluso a veces llegando a sobrepasar ésta. El tiempo lleva rato empeorando, se nos va tapando las vistas hacia la cima y dudamos de seguir o no. Aprovechamos para parar y encordarnos ya que empezamos a ver grietas y preferimos no jugárnosla tanto, hacemos dos cordadas, Vane y Ernest harán una, mientras que Nuria y Yo seremos la segunda. Ernest y Vane son los que tiran primeros y a una cierta distancia nosotros. No caminaremos mucho encordados pues baja un esquiador al que le preguntamos, ¿qué tal esta por arriba? Y éste nos dice que el tiempo empeora, que arriba no se ve nada y que lo mejor es bajar. Nos miramos entre nosotros, pero todos lo tenemos claro, no nos la vamos a jugar por una montaña, que no se va a mover de su sitio y que podemos venir cuando queramos y la economía nos lo permita. Así que a los 3.681 metros decidimos volver al refugio. La retirada no nos quita la sonrisa de la cara, uno sabe lo que se juega cuando va a la montaña, y aquí venimos a disfrutar y no a dejarnos la vida. El retorno al refugio nos lo tomamos con tranquilidad, disfrutando del paraje, haciendo fotos y hablando unos con otros. Al llegar al refugio comemos muchos de los víveres que llevamos: frutos secos, fuet, queso, barritas energéticas, chocolate, etc., además de tomarnos la cerveza de rigor (elegí mala cerveza), después de un buen picoteo fuimos a descansar un rato, una siesta de más de dos horas. A levantarnos nos toco la cena, que esta noche la compartiríamos con el otro grupo de catalanes (somos los únicos en el refugio), que casualmente uno de ellos amigo de Ernest. La cena de esa noche se componía de: la misma sopa de verduras de la noche anterior, de segundo estofado con sémola (muy bueno), de postre un bizcocho y otro trozo de queso. También aprovechamos para celebrar el cumpleaños de Ernest. ¡¡FELICIDADES!! (realmente es a lo que veníamos, la montaña era un pretexto).


Mi amigo el despertador, vuelve a sonar a las 6:00 de la mañana, como no tengo mucha prisa por levantarme, me hago el remolón en la cama un rato. Sin prisa bajamos a desayunar, un buen desayuno, muy parecido al del día anterior. Después  de llenarnos el estomago volvemos a la habitación para acabar de preparar la mochila y así iniciar el descenso hacia el coche. El día está bastante tapado, esperemos que nos escapemos de la posible lluvia en el valle. Nos tomamos el descenso con calma (si por mi fuera me quedaba unos cuantos días más disfrutando del lugar). La nevada del día anterior se hace notar, pues el Refuge du Glacier Blanc, no está como hace dos días, tiene algo más de nieve, los crampones los llevamos puestos bastante más debajo del Glacier Blanc, por toda la nieve que hay. Una vez en el camino que serpentea nos quitamos los crampones, vamos muy tranquilos y entreteniéndonos para hacer fotos a las flores, a los rebecos; a la altura del Refuge Cezanne nos encontramos con unas cuantas marmotas, donde me divierto con ellas haciéndole fotos, después de un buen rato fotografiando a éstas, decido irme al coche ya que me están esperando, encima las llaves de éste las tengo yo y no pueden cambiarse.


El retorno a Barcelona se hace largo y pesado, como se nota que volvemos en día laborable y con la luz del Sol. Unos días memorables, unos compañeros de aventura excelentes, una zona preciosa a la que me encantaría volver, para poder hacer muchas más cosas por la zona y volver a intentar subir a la Barre des Écrins.


Dicen, que la cima de una montaña es la guinda de pastel, en este viaje no pudimos comernos la guinda, pero nos comimos el pastel entero y bien bañado en nata. Muchas gracias a mis tres compañeros por darme la oportunidad de ir a Alpes. Gracias Ernest, Vane y Nuria. 


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